lunes, 7 de noviembre de 2016

Mi Hogar






Mi mamá siempre decía que su sueño más grande de joven era tener una casa.
Cuando se conocieron con mi papá, el prometió hacer realidad sus sueños.
Y tuvo su casa, finalmente…como tanto soñaba.
A mí siempre me pareció que al sueño de mamá le faltaba algo.
Porque tuvo la casa…pero papá no se quedo con ella para disfrutarla.
Y ahora ya ni siquiera queda ella.
Mamá falleció hace diez años…y ahora cada vez que entro a su casa tengo ganas de llorar.
Cuando ella vivía la casa resplandecía por donde la miraras.
Te recibía un precioso jardín bien cuidado lleno de flores.
Y todo estaba impecable.
Humilde, pero hermoso.
Siempre había olor a pan casero.
Me encantaba llegar a casa y sentir su presencia.
Ahora entro y parece un cementerio.
Son como ruinas y escombros de un pasado que ya no puede mantenerse en pie.
Y me duele el alma entrar y que no quede un rastro de su existencia.
He sentido últimamente en mi corazón que debería decirle adiós para siempre.
Desprenderme.
Soltar lo que me ata a ese lugar.
Porque al fin de cuentas: “mamá era el hogar”
Sin ella solo son columnas de cementos que se sostienen y que se están consumiendo lentamente.
Yo se que si cierro los ojos puedo verla a ella con su sueño hecho realidad cada vez que quiero.
Pero ahí, en esa casa hecha ruinas nada queda de lo que ella soñó.
Y sé que solo era mi casa cuando mamá vivía.
Ahora ya no es nada más que una absurda disputa por cemente viejo.
Y yo que odio las confrontaciones prefiero quedarme con lo mejor de mamá: su amor en mi corazón.
Y como leí una vez un dialogo de dos poetas, al cual he tomado como propio:

[-“No tengo hogar-le decía a su amigo.
-“tu hogar es la poesía”-le respondía el otro.”]

Que suerte que mamá me dio esta sangre de poeta!!

                    

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